Jazz y Fotografía
Los principios de la fotografía están bastante bien definidos. La capacidad fotosensible de las sales de plata se conoce desde hace siglos. Científicos, inventores y artistas consiguieron durante el siglo XIX que la posibilidad de tener un buen retrato no estuviera sólo reservada a las clases altas que podían pagarse un pintor.Los principios del jazz son bastante más confusos, como corresponde a una creación popular y colectiva. No obstante muchos historiadores reconocen que un personaje de leyenda nacido en 1877, el cornetista y barbero de Nueva Orleans
Charles Buddy Bolden, fue uno de sus más notables creadores. Aunque hay muchas crónicas coetáneas que dan cuenta de su talento improvisador y de su capacidad expresiva no se conserva ninguna de las escasas grabaciones que realizó. Existe por el contrario una sola y borrosa fotografía en la que posa con su sexteto de 1905. Pero ya entonces comenzaba a ser habitual para los músicos fotografiarse, ya fuera para guardar un recuerdo o como forma de darse a conocer.
Única fotografía de
Buddy Bolden, de pie, segundo por la izquierda, en 1905
Por su parte los fotógrafos encontraron en el nuevo medio infinitas formas de expresarse, elevando desde sus principios lo que podía ser una imagen “objetiva” a la categoría de arte. ¡Qué paradoja que lo que se llama “objetivo”, en tanto que artilugio óptico, pueda ser tan “subjetivo” desde su misma elección! Hay ya por tanto una mirada, un escenario, una connotación… cuando el fotógrafo abre un obturador. Y hay del otro lado del espejo una actitud que se manifiesta o se capta en las personas fotografiadas, que nos remite a una historia y también a una música. Por eso el jazz y la fotografía no han dejado de atraerse mutuamente durante más de un siglo recorrido, dejando un inmenso registro gráfico desde aquella única foto de
Buddy Bolden en 1905. Al melómano las fotografías de jazz, desde las más formales hasta las “robadas” en los ensayos y en los camerinos, le evocan mundos en los que no pudo estar, pero que se reflejan en los textos y en los discos. Mientras las contempla aguarda el instante mágico e irrepetible que tanto ansía, el de la música en directo. Y es ese instante musical lo que quiere captar el fotógrafo –de ahí la “instantánea”-, la expresión de un rostro, el detalle de las manos sobre el instrumento, la nube de humo que nos transporta adonde nos llevan los sonidos que tanto amamos… la “instantánea” es un nexo que une al fotógrafo, al músico interpretando y al espectador que mira y escucha el concierto, alcanzando todos ese fugaz estado de gracia.
La conocida como “er
a del swing”, hacia la década de 1930, fue la época de las grandes
big bands, que llevaron el jazz a la cima de su popularidad. Estas grandes orquestas eran maquinarias complejas y perfectamente engrasadas donde cobraba gran importancia la figura del arreglista, que daba tanto a las bandas como a los diferentes temas su color diferencial. Características del jazz clásico como los ritmos sincopados y bailables y la música colectiva —pero en la que la expresión individual de los músicos también tenía cabida— alcanzaron su máximo esplendor. La figura de las vocalistas, al principio llamadas jocosamente
canarios, adquirió gran importancia y, si los instrumentos en el jazz se habían inspirado en la voz humana influenciados por la música africana, ahora eran las cantantes las que usaban la voz como instrumento inigualable, haciendo del canto
scat (inicialmente utilizado por
Louis Armstrong) una seña de identidad del jazz.Las dificultades para mantener económicamente una gran orquesta, el cambio de gustos musicales, la amplificación y los nuevos modos de difusión musical hicieron desaparecer a la mayoría de las
big bands. Sin embargo el disfrute de los músicos por tocar en tan grandes formaciones y la nostalgia de los buenos aficionados hacen que siga siendo un placer posible escucharlas. Un lujo que conseguimos traer a Soria con la
Leganés Big Band, con una de las mejores voces del jazz español,
Noa Lur, cuya imagen, fielmente reflejada gracias a una feliz simbiosis con la fotógrafa
Carmen Hache, está a la altura de su talento.
La colaboración del Ayuntamiento con dos inquietas asociaciones culturales sorianas,
En ViBop (Jazz y música en directo) y
AFOMIC (Fotografía) han hecho posible este concierto, abriendo un camino de participación cuya consolidación es muy deseable en el futuro.