El quinteto –divino- de la muerte
Este título alude a la peregrina traducción española de una exitosa película protagonizada por Alec Guinness, The Ladykillers, estrenada en 1955, que tuvo su remake en 2004, dirigida por los hermanos Coen, con Tom Hanks como actor principal. Aunque la cinta original es una comedia “negra” y hay un “quinteto” de “músicos” (pero de música clásica, y además falsos músicos, en realidad son atracadores) lo cierto es que no tiene nada que ver con el jazz. No es así en la versión de los Coen, donde hay algunos números de gospel. El caso es que el rebuscado título español de la película, El quinteto de la muerte, le va bien al jazz, ya que la formación de quinteto más habitual del jazz es, probablemente, el combo por excelencia: piano, contrabajo y batería en la sección rítmica y trompeta y saxofón en los vientos: una maquinaria perfectamente compensada y engrasada, destinada a “matar” el aburrimiento y la rutina musical.
Se entiende por “combo” lo contrario de big band, un pequeño grupo instrumental cuyo número de componentes puede oscilar entre tres y ocho. El jazz comenzó con combos de instrumentos variopintos (como la tuba, que hacía el papel del contrabajo), pero enseguida surgieron los arreglos más complejos y la dialéctica entre música improvisada y escrita que dio lugar a las big bands, como las de Fletcher Henderson, Duke Ellington, Cab Calloway o Paul Witheman, su réplica blanca. De ahí a la era del swing no hubo más que un paso: fue la época en que el jazz era la música popular y bailable por excelencia. Triunfaba el fraseo del clarinete, luego desplazado por el saxofón: Artie Shaw y Bennie Goodman eran famosísimos músicos blancos cuyos instrumentos de “viento-madera” sonaban continuamente en las radios norteamericanas y del resto del mundo.
Pero los músicos de jazz nunca renunciaron a la libertad de los pequeños formatos, los “combos”, que allá por los años 50, cuando era imposible sostener económicamente a las big bands, fueron los que permanecieron, creando el arte complejo y más minoritario del jazz moderno, lo que tuvo lugar fundamentalmente en los pequeños clubs, como el Minton’s neoyorkino o el Village Vanguard.
La mínima expresión de grupo más profusamente utilizada es el trío de jazz típico: piano, contrabajo y batería. Con ese formato y gracias al instrumento “total” que es el piano se han creado momentos cumbres del jazz, en épocas muy diferentes, desde el trío de Nat King Cole hasta Bill Evans… incluso nuestro invitado de hoy, Roger Mas, acaba de grabar un disco con su trío, A time for love. Pero, ojo, en el jazz no hay dogmas ni reglas fijas. La necesidad de crear y experimentar consustancial a este género musical ha producido tríos de diferente composición, como saxo, contrabajo y batería (con lo que se atrevieron Sonny Rollins, John Coltrane… actualmente en España Víctor de Diego y en ‘En ViBop’ trajimos a los norteamericanos Honey Ear Trio). Otro formato célebre poco habitual es un “experimento” de Oscar Peterson, que durante años sustituyó la batería por la guitarra de Herb Ellis, fallecido en 2010, y con el que tuvo la suerte de tocar, muy joven, nuestro baterista de este concierto, Jo Krause.
Pero, para muchos, el combo por antonomasia es el quinteto, tal como hemos dicho. A principios de los 40 el nacimiento del be bop estableció el nuevo paradigma con los quintetos del saxofonista alto Charlie Parker (sea con Dizzie Gillespie o con Miles Davis a la trompeta) tanto para la música misma como para la estructura del combo que la tocaba. Por primera vez desde el viejo dixieland Jazz nos encontramos con que la música y la estructura forman un conjunto unitario; en el dixieland había sido el contrapunto libre de la trompeta, clarinete y trombón sobre un ritmo two-beat y ahora se trataba de un unísono de trompeta y saxofón sobre el nuevo ritmo legato, que sostenía perfectamente el desarrollo de las frases con las que los instrumentos dialogaban . Esta unidad de música y estructura siguió siendo válida para los combos del bop moderno: Los Jazz Messengers de Art Blakey, el Horace Silver Quintet, el Max Roach o el Hank Mobley quintet…. A pesar de los interesantes experimentos de Gerry Mulligan prescindiendo del piano, los quintetos “estándar” perduran una y otra vez, como el de Miles Davis de mediados de los sesenta o los de neo-bop de los setenta –Dexter Gordon, Woody Shaw y muchos otros… Hasta llegar a nuestro poderoso quinteto de este concierto, el Roger Mas Group, que logra comunicar el equilibrio entre la expresión individual y la colectiva, entre creación e improvisación y entre tradición y modernidad. Que es de lo que se trata en el jazz.
Bibliografía básica:
El Jazz. Su origen y desarrollo. Joachim E. Berendt. Tercera edición en español de la quinta en alemán. Reimpresa en 1986.